Padres que acompañan y que dan testimonio. Por Alejandra Morales y Mercedes Azcárate
PADRES que ACOMPAÑAN y que DAN TESTIMONIO
"Huellas, aprendizajes y presencia"
El Día del Padre no es sólo una fecha en el calendario. Es, para muchos una oportunidad para mirar hacia adentro y preguntarse qué significa realmente “ser padre” en estos tiempos. Lejos de los viejos mandatos, la paternidad se va transformando: ya no se trata solo de proveer o establecer reglas, sino de acompañar, escuchar, dialogar, abrazar, y de ser referente.
Mercedes Azcárate-49años, Counselor 1 hijo
,Mi propio padre fue
un hombre muy particular. Escultor, filósofo en su modo de ver la vida, un
creativo inagotable. En mi infancia lo sentí más distante, quizás encerrado en
sus mundos internos. Pero con los años, aprendió —y yo también— a abrir el
diálogo. supo construir un vínculo muy presente y amoroso. De grande, aprendió a escucharme con
profundidad, a estar realmente ahí para mí. Siempre apoyó mis planes y
proyectos, y me dio hasta lo que no tuvo para sostenerme en los momentos más
difíciles. Su modo de acompañar fue silencioso muchas veces, pero incondicional.
Fue una presencia muy valiosa, incluso cuando ya no necesitaba que me dijera
qué hacer.
Alejandra-57 años, Counselor y Psicóloga, 2 hijos
"Aquí estoy!"
Mi papá fue un gran papá que me cuidó, me protegió, me guió y me acompañó en todo. Recuerdo dos momentos llenos de emoción. Uno cuando él llegaba de su trabajo y yo al escuchar el ruido del ascensor me escondía para que me buscará. No había una noche que yo no lo hiciera. Era el momento!! Mi corazón saltaba de alegría!!! Papá, ¿donde estoy?! Ese era el momento de diversión para los dos porque después me tenía que ir a dormir porque tenía clases al día siguiente. El otro momento eran los días que pasábamos juntos en mis vacaciones de invierno. Esos eran solo para él y para mi. Charlábamos, caminábamos, hacíamos turismo, disfrutábamos de cada momento juntos. Volvería una y mil veces a esos dos recuerdos que atesoro en mi corazón.
En este artículo quisimos reunir voces de padres que, desde lugares diversos, comparten sus aprendizajes, errores, temores y transformaciones con nosotros hoy. Porque ser padre —como ser hijo o hija— es una construcción que nunca termina. Y que tiene un denominador en común : el AMOR en sus múltiples formas.
Maximiliano- 50 años, Psicólogo Social
“El amor
hacia un hijo se construye.”
Cuenta que lo
transformó profundamente descubrir que el amor hacia un hijo no aparece de
golpe, sino que se construye. Asumir el rol paterno le implicó, en sus
palabras, “una responsabilidad que pesó, pero en el buen sentido”, un
compromiso que lo llevó a transformarse como persona para no repetir patrones
heredados. De su propio padre aprendió el valor de sostener la palabra con
acciones. Ser llamado “papá” por primera vez fue uno de esos momentos que lo
marcaron, aunque para él la paternidad se siente sobre todo en lo cotidiano, en
ese vínculo que se va forjando paso a paso.
Walter-60 años, Counselor y padre de dos hijos
“Aprendí a
correrme del rol de papá que sabe, al de padre que aprende."
Reflexiona sobre
cómo la paternidad lo transformó profundamente al poner en primer plano el
valor del cuidado. “Amar sin ser yo la prioridad”, dice, fue el punto de
inflexión: tener a alguien más a quien proteger, atender y con quien compartir
la vida. En su experiencia, ser padre es “saberme importante en el vínculo y no
imprescindible”, lo que le permitió correrse del lugar de quien todo lo sabe
para habitar un rol más humilde: “el de Padre que aprende”. Walter reconoce que
la figura paterna que tuvo le enseñó la importancia de cuidar y sentirse
cuidado, pero también le marcó el límite entre ese cuidado y la
sobreprotección: “Saberme cerca, pero no encima, es un anhelo que da dirección
y significado a este presente como padre”. El momento que recuerda con mayor
fuerza emocional es el nacimiento de sus hijos, que describe como una
experiencia de “plenitud difícil de describir, pero profundamente conmovedora”.
Desde entonces, se siente bendecido por la vida y agradecido con la paternidad,
que hoy sigue habitando incluso a la distancia.
Jorge- 67años, Arquitecto, 1 hija
“Hoy ya no necesita buscarme en el súper, pero sí de otra forma,
en el plano adulto.”
Comparte
una reflexión profunda sobre la enseñanza de la vida y el significado de dependencia - independencia: “Me
llevo a analizar qué tipo de conocimiento debía transmitirle a mi hija para que pueda
adaptarse a continuos cambios y así obtener sus propias herramientas”. A partir
de una simple anécdota en el supermercado, donde su hija lloró al no verlo,
Jorge reconoció cómo ese mundo interior dependía de su presencia como papá super pres ente y cómo con el
tiempo esa dependencia se transformaría en una hija muy autónoma que, aunque cambiante,
sigue conectada con él en otro plano. Este testimonio nos invita a valorar la función
del padre no solo como guía, sino como sostén en la evolución constante de sus
hijos.
Carlos - Estudiante de Counseling, 2 hijos.
“Es
maravilloso saber que hoy no me necesitan.”
Revive con
profunda emoción el momento en que se convirtió en padre, allá por los años 80,
cuando estuvo presente y activo en el nacimiento de sus hijos. “Tenerlos,
mirarlos, adorarlos... sentía que el corazón me explotaba”, recuerda, con una
ternura que aún lo conmueve. Aquel instante lo marcó para siempre,
transformándolo desde las raíces. Hoy, con sus hijos ya adultos, transita una
paternidad distinta, más calma, donde el amor se expresa en la confianza mutua,
en la presencia silenciosa, en la calidez que no necesita palabras. “Es
maravilloso saber que hoy no me necesitan. Exceden todo lo que yo pude haber
imaginado como papá”, dice, entre el orgullo y la humildad. En su relato se
entrelazan la ternura, el asombro y la gratitud, como un hilo invisible que
muestra que ser padre no es una etapa, sino un modo de amar que se reinventa
con el tiempo.
Marcelo-50 años, fotógrafo profesional,
“Ser padre no me
transformó. Me expandió. Me hizo más yo.”
Marcelo habla de la
paternidad como una expansión, no como una transformación. Para él, ser padre
no fue dejar de ser quien era, sino profundizar su identidad: “Me di cuenta que relegar lo que era para
ser más papá solo me iba a frustrar. Y resultó: para la mirada de mis hijos soy
un deseo.”
Recuerda con
orgullo cuando su hijo le preguntó sorprendido cómo podía ser el único padre de
la escuela al que le gustaba trabajar. Marcelo entendió que también se educa
con el ejemplo, y que transmitir el amor por lo que uno hace es parte del
legado.
Habla de su padre,
un hombre de manos rugosas y palabras profundas. De él aprendió a pelearla, a
ser agradecido, y a tener “un lugar donde caer muerto”, como le decía su papá.
Años después, trepando con su bicicleta a 3600 metros de altura, quebrado por
el cansancio, lo sintió: “Senti la
mano de mi viejo en la espalda empujándome.” Y entendió que su padre
siempre estuvo, aunque no lo haya visto despedirse.
Marcelo quiere
dejar ese tipo de huellas. “Un beso
dormidos, una caricia siempre igual, una cámara de fotos. Que cuando no esté,
me encuentren en esos pequeños gestos.”
Los testimonios reunidos en estas líneas dibujan paternidades distintas, en constante movimiento que no se imponen desde un rol rígido sino que se construyen día a día, en la presencia atenta, en la posibilidad de aprender y transformarse.
Padres que descubren en el cuidado a sus hijos una forma de amar, que entienden que estar cerca no es
lo mismo que estar encima, que se permiten ser distintos a los que tuvieron, y
a la vez recuperar lo valioso de esos lazos más allá de lo aprendido con sus propios padres . Padres que se emocionan con un
“papá” dicho por primera vez, con "una mirada de confianza" o con "el simple hecho
de saberse necesarios", pero no imprescindibles.
También aparece la
figura del propio padre, como una huella que acompaña —presente o ausente—,
dejando marcas, enseñanzas, desafíos y refugios.
La paternidad, como
el amor, no tiene una sola forma. Pero sí en todos estos testimonios vemos un factor que los unen: la felicidad de vincularse con sus hijos, de crecer juntos y de dejarse afectar y actualizar. Celebrar a los padres es también celebrar esas transformaciones que nos
vuelven más sensibles, más conscientes y, quizás, más libres.
Desde el counseling, este día puede ser una OPORTUNIDAD para reconocer, validar y acompañar lo que vivimos como hijos y como padres. Es también un momento para sanar o para poner en palabras lo que no se dijo. Es una construcción diaria hecha de gestos, silencios, aprendizajes compartidos, límites desde el amor y miradas que llenan el corazón.
Es en definitiva un día especial y particular para todos más allá de un rol. Es quizás un día para regalar un abrazo, un llamado, una palabra, un recuerdo, un silencio ... a papás del corazón, papás en el cielo, papás todo terreno, papás consejeros, papás postizos....
Y
vos, qué pensás...?
·
¿Qué fue lo que más te transformó al asumir un rol de cuidado o
acompañamiento?
·
¿Qué aprendiste de tu padre, o de su ausencia, que sigue presente
en tu forma de vincularte?
·
¿Recordás algún momento donde sentiste, con el cuerpo y el alma,
que estabas cuidando de alguien?
·
¿Cómo cambió tu forma de amar con el paso del tiempo?
Te leemos…
Gracias a Maximiliano, a Jorge, Walter, Carlos y a Marcelo por haberse brindado como lo hicieron y por habernos abierto sus corazones.
Counselor Invitado
Walter Castro
Cel: 1166027917
IG: clr.walterdardocastro
Te invitamos a que nos cuentes como es tu papá, o que recuerdos tenés de él.
Animate!!! te leemos.....
🌱🌺Clr.Mercedes y Clr. Alejandra
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