Volver a mirarme con ternura. Por Mercedes Azcárate

 

Volver a mirarme con ternura

Amor propio, confianza y el valor de lo que no se ve

Clr. Mercedes Azcárate


Durante años me sentí segura en muchos aspectos de mi vida. Me gané mi lugar, trabajé en lo que amo, y aprendí a confiar en mi capacidad intelectual. Pero un día, sin avisar, empecé a sentir que mi cuerpo ya no me acompañaba como antes. Fue un cambio sutil, interno. No era que el cuerpo hubiese dejado de responder, sino que yo empecé a mirarlo distinto. Era una percepción mía, no necesariamente un hecho real. Algo pasó entre mi percepción, la consciencia de la presión social y la edad. Ese combo se volvió poderoso.

Y entonces llegaron las comparaciones. En la calle, en las reuniones, incluso con personas que ni siquiera conocía. ¿Y si mi pareja miraba a otras? ¿Y si ya no le atraía como antes? Esas preguntas no venían de afuera, sino de una voz interior que se volvió demasiado crítica. Y me di cuenta de algo: la autovalía no se resuelve una vez y para siempre. Se construye todos los días.

¿Qué hice para empezar a recuperar mi confianza?

  1. Revisé mis pensamientos automáticos

    Empecé a notar cuántas veces al día pensaba algo negativo sobre mí misma. Las registré. Y luego las reescribí con más compasión. Por ejemplo, cambié “ya no tengo el cuerpo de antes” por “mi cuerpo me ha acompañado en todo y sigue sosteniéndome hoy”.

  2. Reconecté con lo que me gusta de mí

    No desde la comparación, sino desde el reconocimiento. Me pregunté: ¿Qué cualidades tengo que no dependen de cómo luzco? ¿Qué cosas valoran los que me aman?

  3. Hice las paces con mi cuerpo

    Una vez por semana, me tomé unos minutos para agradecerle. A veces en voz alta, a veces por escrito. “Gracias por sostenerme en el día de hoy. Gracias por respirar. Por caminar. Por sentir.”

  4. Establecí límites con lo que me hacía daño
    Incluyendo redes sociales o personas que fomentaban la comparación constante. También aprendí a hablar con mi pareja, no desde el reclamo, sino desde mi vulnerabilidad. Le dije: “A veces me siento insegura. No por vos. Por mí. Pero necesito contártelo.”

  5. Volví a confiar en lo que no se ve
    Las personas que te quieren de verdad, lo hacen por lo que sos. Por cómo las hacés sentir, por tu presencia, tu risa, tu escucha, tu historia. Y yo también tengo derecho a mirarme con esa ternura.

Ejercicio para vos que estás leyendo esto:

Diario de gratitud corporal

Durante una semana, escribí cada noche una cosa que agradecés de tu cuerpo y una cualidad interna que te represente. No tienen que ser grandes logros. Puede ser:

  • “Gracias por las piernas que me llevaron todo el día.”

  • “Hoy fui paciente, y eso me hizo sentir bien conmigo.”

Reflexión de confianza

Pensá en una persona que amás mucho. ¿Qué es lo que más valorás de ella? ¿Tiene que ver con su apariencia? Ahora hacé el mismo ejercicio con vos. ¿Qué podrías empezar a reconocer como valioso, sin necesidad de gustarle a todos?

Cuidarte es una forma de volver a vos

No es fácil apagar la voz que critica, ni dejar de buscar validación en los ojos ajenos. Pero cada pequeño gesto que nace desde el amor propio suma. Cada vez que te elegís, que ponés un límite, que te hablás con respeto, estás construyendo una confianza más sólida.

La autovaloración no es constante, ni perfecta. Es una relación que se cultiva. Y como toda relación, necesita presencia, escucha y ternura.

Hoy podés empezar con algo pequeño: reconocer una parte de vos que valorás.
Porque el primer paso para que otros te vean, es que vos te veas.


                                                                                                                        Clr. Mercedes Azcárate


Comentarios

Entradas populares